El ocaso de don Julio.

Foto: Gaelia Smith

¡Siempre me han llamado la atención las novelas de suspenses, los thrillers!.

Han sido clave para engancharme a una trama bien construida, con esa sorpresiva intrusión de cada personaje en el momento adecuado. Con esos finales de impresión que nos alejan de la rutina y nos dejan a su merced, la de esos buenos autores.

Lo que realmente atrae es la necesidad de suponer un porqué, maquinar la trama con el nacimiento de los personajes, intentar adelantarnos a los acontecimientos antes de que sean revelados en sus páginas.

Rara vez acertaba en mi predicción pero, para mí, esos son los buenos thrillers, esos en los que, aunque hagas cientos de cábalas en tu cabeza siempre sorprenden con un giro experto que nos deja, literalmente, boquiabierto.

En El ocaso de don Julio encontramos esta magnífica sucesión de elementos. Una buena redacción por parte del autor, Gabriel Estañ Cerezo, una trama que encandila desde las primeras páginas ya que don Julio es aquel personaje que todos hemos conocido alguna vez, un arquetipo detectivesco que reinventa la lectura de las novelas de suspense. Los elementos sorpresivos evocados por ese alguien que no esperas, ese final intenso que nos maneja las emociones generando la sorpresa, esa extrañeza fuera de lo común.

Intenso. Increíble en el cual, la política juega un papel fundamental en la sucesión de los acontecimientos ya que la corrupción de los antagonistas es necesaria para la evolución de don Julio. Ese poder corrupto que se va derramando en todos los resquicios que quedan libres, sin compasión, sin liberación alguna. Aquel que don Julio intentará combatir aunque de ello dependa su bienestar.

Cuando Gabriel contactó conmigo para darme la oportunidad de conocer su novela me lancé sin dudarlo ni un momento y, al sumergirme de lleno en ella, me sorprendí gratamente en cada página leída.

Sin duda una recomendación al cien por ciento. Se genera una muy buena experiencia de lectura, ya lo anticipo.

En El ocaso de don Julio nada es lo que parece pero todo puede ser real.

¿Te atreves a descubrirlo?

El Ocaso de Don Julio : Estañ Cerezo, Gabriel: Amazon.es: Libros

La orilla celeste del agua.

Fotografía: Gaelia Smith

Albergamos una inteligencia social que desde el principio de nuestros tiempos está destinada a la acción.

Ahora, en nuestra era digital, queda acotada a las raquíticas frases recibidas que devoramos desde alguna de las innumerables pantallas de nuestros dispositivos electrónicos. Y cuando interaccionamos con algunos de esos followers ofrecemos la impresión que cada uno merece de nosotros, esa parte bien distinta que, intencionadamente, no se acerca a lo que realmente somos.

Sin embargo, cuando tenemos la posibilidad de accionar esa compatibilidad social cara a cara, quedamos agazapados en nuestro cubículo sin tener nada que contar, sin revelar todo lo irreal.

Porque ya no hay filtros. Porque nada se lee, todo se siente.

Lo que mueve el mundo en esta era digital es la producción material. Cuanta más producción generes mayor valor obtienes pero, ¿Dónde queda la satisfacción de nuestro interior?

Esta contrapartida está dotada de la nutrición de nuestro ser, la posibilidad de centrarnos en lo que nos hace grandes y crecer alimentando nuestra alma. Permitirnos ese gozo que viene dado por lo abstracto, lo inmaterial pero que deja una huella incandescente en nuestro interior que nos permite aprender a ser lo que necesitamos ser, lo que queremos ser.

Desconectarnos de lo material para poder entrar en contacto con lo natural.

En La orilla celeste del agua, Jordi Soler nos reafirma las pautas para cultivar, para moldear nuestro ser mediante todo aquello que nos produce un beneficio espiritual, propone la desconexión de todo lo que nos aleje de nosotros mismos; crear un mapa de senderos que nos muestren el camino para realizar nuestra mejor versión.

Maravilloso ensayo que pone de manifiesto las diferentes artes y la necesidad del silencio para complacer nuestra alma.

Conocernos y reconocernos en lo que queremos y no en la imposición infructífera de lo material.

Para. Escucha. Siente.

El mapa de los afectos.

Las relaciones.

Todas las relaciones nos marcan. Dejan una huella, una muesca en nuestra alma para moldearla y seguir construyendo la línea de nuestra experiencia, aquella que hace tangible la existencia.

Porque sí. Vamos conociendo a muchas personas y no sólo lo hacemos por casualidad. Hay un motivo. A veces, es, porque necesitamos que nos enseñe aquello que no sabemos, ese don que nos hace únicos y que ofrecemos a los que están a nuestro alrededor para hacer el bien, para que nos hagan bien.

Serenidad, coraje, valentía, insensatez (por qué no), cordialidad, mentira, … Todo nos aporta algo en cada momento y todo es válido para añadir algo sólido a nuestro saco de experiencias.

Y sí, claro que sirve.

Porque, a veces, ni nosotros mismos somos capaces de ver el alcance que puede hacer la interacción con el otro. En la mayoría de las personas queda la energía que hemos regalado, la esencia que damos, que recibimos, haciendo esa marca real, que hará intocable el recuerdo que dejemos, que nos dejen.

En El mapa de los afectos, Ana Merino refleja, claramente, las interacciones entre las personas, el intercambio de energía social, afectiva, que no deja indiferente a nadie ya que, desde que se da esa interacción, aunque pasen meses, años, hasta que se manifieste, esa vida ya no será la misma.

La casualidad que hace visible la causalidad en las cosas, en la forma de decisión de los personajes. La forma de ser alguien en el camino.

El mapa de los afectos, además de ser el premio Nadal 2020, es un libro que te hace pensar que todo sirve, que todo llega para convertirse en algo, nos arrebata esa sonrisa de sorpresa al ver cómo se entreveran las vidas, cómo se suceden los acontecimientos provocados por un mero pensamiento, una acción sin importancia. Y ahí está. Las bifurcaciones quedan al descubierto.

Libro sencillo, muy fácil de leer que te atrapa porque es la realidad, porque percibes toda la fuerza de las representaciones sociales entre unos y otros. La magia de las relaciones.

Las personas.

Por eso escribo, por eso sigo leyendo porque, ¿Quién dice que no puedo cambiar el mundo con estas líneas?

El cielo según Google.

¿Por qué nos ocurren las cosas que nos sobrevienen?

¿Cómo sabemos si lo que nos sucede en nuestras vidas está condicionado por las personas que nos rodean? La gente a nuestro alrededor tiene su forma íntima de enfrentar los problemas. A veces, queriendo distanciarnos de los baches del camino lo hacemos, sin querer, de lo importante, cuando sucede al contrario, enfrentamos nuestros miedos escudándonos en el que está en frente.

Naïma, nuestra protagonista, nos deja expuesto su drama personal generado, desde un principio por la relación truncada de sus padres adoptivos: Júlia y Marcel y de cómo se vio abocada a perder una parte indispensable de su vida, dejando una marca imborrable en sí misma, en su entorno.

Porque nuestros dramas pueden estar condicionados por un tercero pero en nosotros está la decisión: quedarnos como meros observadores de lo que acontece o, por el contrario, coger las riendas y dirigir la situación, por dura que sea.

El cierlo según Google de Marta Carnicero gira en torno a la pregunta: ¿qué hubiera pasado si…? Porque nos acomodamos y no nos preguntamos si lo que está sucediendo es lo que de verdad ansiamos. Nos dejamos llevar por lo que ya nos viene, sin dar una vuelta de tuerca y hacernos descubridores de nuestros anhelos.

Decidir nuestros actos, porque cargar con las consecuencias de la historia de otra persona no es sano ya que, nuestras circunstancias nada tiene que ver con la vida pasada de nuestros progenitores porque no somo la misma persona. Porque ya no estamos en el mismo tiempo.

Porque no es justo.

Una persona decide, en un momento determinado, lo que cree correcto pero no por eso debe ser culpable de lo que acontece en las siguientes generaciones.

El cielo según Google es una novela con un trasfondo social, personal, un viaje hacie al interior para poder encontrarnos y perdonarnos a nosotros mismos.

¿Por qué El cielo según Google? Descúbrelo.

El visitante.

Las historias que contamos, las que escuchamos, forman parte del mundo del ser humano. Los hechos que en ellas se cuentan se basan en verdades universales y dichas verdades se apoyan en sucesos que han ocurrido o que podrían ocurrir como hecho verosímil.

Leyendas, mitos, monstruos, fantasmas…

Miedo.

El miedo es una parte esencial de nosotros. Convive y se relaciona con los demás al igual que lo hacemos nosotros cada día. La sensación que produce el miedo nos deja un estado de alerta continuo que activa nuestra mente, nuestro organismo para dejar cualquier emoción a flor de piel.

Porque sin miedo no seríamos. Sin miedo no quedaría nada nuestro. Porque nos hace ser cautos, valorar lo que tenemos, lo que debemos hacer en cada momento sopesando los pros y los contras de cada hecho, las consecuencias en sí mismas. Sin miedo olvidaríamos la atención y toda fuerza vital para continuar con nuestra vida.

El miedo nos hace prudentes. Sin él la imprudencia se haría de lleno con la situación dejándonos sin futuro alguno.

Stephen King maneja el miedo como un arte en sí mismo. Se adentra en la exposición de los hechos haciéndonos entrar con él en su mundo dejándonos ojipláticos con el desencadenante de cada una de ellas.

El visitante de Stephen King es una oda a todas aquellas leyendas urbanas que alguna vez hemos escuchado de nuestros amigos, nuestros padres, algún conocido arengándonos, a fin de cuentas, por algún comportamiento temerario que hemos tenido en un momento concreto.

El coco (o el cuco), Slenderman, el hombre del saco, esas historias que nunca has creído pero que se han quedado aguardando en tu interior avisándote, cuando la temeridad nos acecha, de que hay algo que nos impide ser imprudentes.

Pero, ¿qué pasaría si alguna de estas historias cobrasen vida propia? ¿Te atreves a descubrirlo? No te arrepentirás.

https://www.youtube.com/watch?v=3IbSgRTryx4

Los crímenes azules

Las apariencias engañan”.

Las apariencias nos definen como una mera tarjeta de visita, como el folleto que se deja olvidado en el parabrisas de un coche, como la publicidad de cualquier producto deseoso de ser adquirido.

Nos dan la oportunidad de vendernos, de dejarnos elegir entre una multitud que, sin ir más lejos, también los evidencia esa necesidad constante de sobrevivir. Cuál etiqueta, nos pueden llevar a lo más alto o, por el contrario, dejarnos caer sin piedad.

Cuando viajamos en metro, autobús, tren, nos vemos rodeados de gente que, sin haber cruzado una palabra, un gesto con ellas, nos atrevemos a formarnos una historia para completar la imagen que nos proyectan. A veces, coinciden. La mayoría ni si quiera se acerca lo más mínimo.

En Los crímenes azules de Enrique Laso, Ethan Busch, agente especial de análisis de conducta, deberá resolver uno de los casos más sonados: dos cadáveres encontrados de manera casi simultánea, dos historias distintas, entrelazadas por un suceso atroz.

Se dejará el agente Busch guiar por las apariencias o, en su caso, llevará el caso hasta el extremo exprimiendo cada gota para, así descubrir la verdad?

Reconocerás las apariencias y sabrás desentrañar su lenguaje? Descúbrelo.