Mientras estoy escuchando una de las canciones de la banda Fobia: Vivo, se me muestra, latente la novela de El amor huele a café. Porque el amor es sentirse vivo, porque el café nos da la vida al comenzar un nuevo día. Porque el aroma nos transporta a recuerdos que nos dejan esa grata satisfacción que deja el café de la mañana.
Amar es comenzar una nueva vida, nos desarmamos en la sensaciones que nos traspasan y nos dirigen hacia nuevos mundos. Se nos acrecientan los sonidos, los sabores, los olores. Y todo ello nos hace ser mejor persona porque amamos. Porque importamos. Porque la soledad se quedó a un lado, sin intervenir en esta historia.
Amar es un amalgama de colores vívidos que nos hace perdernos en ellos con la certeza de estar siguiendo el mejor camino.
En El amor huele a café de Nieves García Bautista, se nos muestran las distintas formas, las distintas caras del amor reflejadas en un hijo, en un amor olvidado, aquel amor inalcanzable, el que nos produce rencor, el que ni si quiera llega a serlo.
Y cuando eres consciente de que todo va a salir bien, estás apoyada en la barra de tu cocina con la taza caliente de café en las manos, tus piernas cruzadas entre sí e inspiras breve pero intensamente y te viene ese pensamiento: ¡qué bien huele el café!.
El café como el amor hay que saborearlo en cada sorbo, deleitarnos en el sabor amargo y dulce que nos proporciona y saber que, al día siguiente, nos seguirá esperando para volver a hacer de ese instante el mejor.
Amar es liberar. Amar es sentirse vivo (Fobia).