Necesitamos información para poder relacionarnos con las personas que nos rodean. Si nos falta algún dato, si nos queda algún resquicio por tapar caemos en la ignorancia y nunca podremos satisfacer la necesidad de comunicación real, la verdadera esencia de la que se nutre dicha consciencia para hacer realidad su forma.
Cuando esa información que necesitamos rodea a una persona, ésta se nos hace inaccesible porque no sabemos cómo abordar ese primer contacto sin caer en la imprudencia, qué hacer para poder llevar a cabo ese acercamiento que nos vaya llenando los huecos de la temida desinformación.
Cada persona tiene su mundo interior al que sólo acceden los más allegados. En ese mundo guardamos cualquier sensación, reacción, motivo o circunstancia que nos va moldeando como personas y que, en algún momento, no llegamos a entender y la desterramos a esos fondos para olvidarlas aunque quedan latentes y manifestándose en tu subconsciente.
¿Qué pasaría si esa información quedara al descubierto por algun error de cálculos? ¿Qué pasaría si esos ecos quedan vulnerables a cualquiera?
En Un asunto demasiado familiar de Rosa Ribas, nos adentramos en las entrañas de las personas de una misma familia, los Hernández, familia de detectives que , desde siempre acceden al mundo de las desapariciones, situaciones embarazosas para dar sentido a la profesión de detective que envuelve su gran nombre. Pero, ¿hasta dónde llega el límite de lo detestivesco? ¿Cómo plantear la investigación de la propia familia si todo lo que hay que esconder queda a flote?
Cuando el mundo interior queda abierto, nadie sabe lo que puede pasar.
¿Te arriesgarías a descubrirlo?