A todos nos gusta escuchar un cuento de vez en cuando. Recuerdo, cuando era pequeña, escuchar desde el cassette, en mi mesa de noche una cinta tras otra de los famosos Cuentacuentos. Cada uno narraba uno de los cuentos tradicionales, con dramatización incluida que, realmente, era lo que más me llamaba la atención en esos momentos. Te hacían creer. Disfrutar. Imaginar. Me encantaban.
Después vinieron los cuentos de terror: Poe y su Gato negro, El sabueso de los Baskerville de A.C. Doyle, El misterio del cuarto amarillo de G. Leroux y, como no, Asesinato en el Orient Express, de la mismísima A. Christie.
Y cada cuento te transportaba a un lugar, a un tiempo determinado y ninguno era igual que otro. Desde ese momento supe que la lectura era algo mágico. Desde que tengo uso de razón veo pasajes en los que estoy en la cocina, sentada a la mesa, leyéndole un libro a mi madre mientras ella cocinaba.
Horacio Quiroga nos deja la magia de sus Cuentos, pero no cualquier cuento. Estos retratan lo profundo del ser humano, sus carencias, sus horrores, paisajes funestos, la muerte.
Si te gusta leer, no puedes pasar sin los Cuentos de Horacio Quiroga, una joya en este género. ¿Los vas a dejar pasar? Yo no.