¿Quién no ha imaginado una de esas historias de amor que te evaden de toda realidad posible? Un amor que te reinventa, un amor que te deja sin argumentos, sólo esa persona y tú.
Todo se resume en aquella canción de G. Cerati: Somos prófugos los dos, al menos sé que huyo porque amo. La prohibición es lo que saca toda la adrenalina fuera de nosotros y deja al descubierto nuestro lado más rebelde, atrevido, nuestras razones más recónditas para mantenernos alerta.
Pero no todo es color de rosa. En tal estado de excitación no somos conscientes de nuestro estado anímico. A veces, nos encontramos en lo alto de la cima y otras nos vemos sumergidos en las profundidades. Como Harry Quebert y Nola Kellergan. Él, profesor de universidad y escritor buscando la inspiración fuera de su círculo, ella, estudiante de dieciséis años. Ellos se creían invencibles en su fortaleza. Nadie sabe, nadie entiende hasta que todo se turce.
¿Dónde está Nola Kellergan? ¿Por qué desapareció sin dejar rastro?
La novela de Joël Dicker nos relata esta fantástica historia de amor entre un hombre y una adolescente entre intensas dosis de intriga, asesinatos, demencias, tradiciones arraigadas en donde Marcus Goldman, buen amigo del profesor, tendrá que averiguar entre novelas del pasado y pistas detestivescas, la verdad sobre el caso Harry Quebert.