La verdad sobre el caso Harry Quebert

¿Quién no ha imaginado una de esas historias de amor que te evaden de toda realidad posible? Un amor que te reinventa, un amor que te deja sin argumentos, sólo esa persona y tú.

Todo se resume en aquella canción de G. Cerati: Somos prófugos los dos, al menos sé que huyo porque amo. La prohibición es lo que saca toda la adrenalina fuera de nosotros y deja al descubierto nuestro lado más rebelde, atrevido, nuestras razones más recónditas para mantenernos alerta.

Pero no todo es color de rosa. En tal estado de excitación no somos conscientes de nuestro estado anímico. A veces, nos encontramos en lo alto de la cima y otras nos vemos sumergidos en las profundidades. Como Harry Quebert y Nola Kellergan. Él, profesor de universidad y escritor buscando la inspiración fuera de su círculo, ella, estudiante de dieciséis años. Ellos se creían invencibles en su fortaleza. Nadie sabe, nadie entiende hasta que todo se turce.

¿Dónde está Nola Kellergan? ¿Por qué desapareció sin dejar rastro?

La novela de Joël Dicker nos relata esta fantástica historia de amor entre un hombre y una adolescente entre intensas dosis de intriga, asesinatos, demencias, tradiciones arraigadas en donde Marcus Goldman, buen amigo del profesor, tendrá que averiguar entre novelas del pasado y pistas detestivescas, la verdad sobre el caso Harry Quebert.

1Q84

Todos hemos imaginado alguna vez un mundo paralelo en el cual, la vida tiene la misma correlación que en el mundo real pero la diferencia es que en este mundo secundario, todo es posible. Eso es lo que nos deja claro Haruki Murakami con la saga de libros de 1Q84. En los libros 1,2 y 3 nos narra una trama, en el Japón de 1984, en la que se unen el misterio, el sexo sin tabúes, sectas indestructibles, justicia femenina, personalidades dobles, crímenes machistas ajusticiados, un amor imposible, asesinatos sin razón (o sí) en la vida de dos desconocidos: Tengo y Aomame.

Una canción: la sinfonietta de Janácêck resuena como un mantra en el transcurso de la obra como un interruptor estridente de la irrealidad.

Paseamos por un mundo sin saber si hay una delgada línea que, al cruzarla, nos transporte a otro donde nuestros deseos más íntimos se hagan realidad, en el que vuele nuestra imaginación y todo lo que deseemos se haga realidad. Un mundo que sólo sabremos que nos sumergimos en él por detalles nímios, pequeñeces que hacen el regreso a nuestra creencia de lo real cada vez más difícil. Ese mundo que necesitamos, ese mundo que nos llama para que el ente que dormita en nuestro interior despierte y nos guíe por entre la oscuridad de nuestros sentidos ocultos.

La luna. La luna es la visionaria. El ente estático que nos muestra el camino. La luna, que tanto tiene que ver en nuestra existencia, en la de las mujeres, en la naturaleza, en el mar. Su luz será vital para transportarnos al mundo de la Little People, al mundo de la mother y la daugther. Ese que ansiamos encontrarnos en nuestros momentos de debilidad. A la crisálida de aire. Contemplemos la luna (o las lunas)… ¿cuál es su color?

Pero, todo lo real tiene una parte de irrealidad y, al contrario, en nuestra irrealidad encontramos esa parte de verdad, ¿o no?

La lectura.

La lectura. Ese gran desconocido.

Reconozcamos que, actualmente, nadie otorga el valor necesario a la lectura.

Leer es alimentar nuestra experiencia vital. Quien lee piensa, y lo hace con realidades adquiridas mediante los personajes de los libros que devora.

Cuando comienzas un libro comienzas a encontrar una parte de ti en él. Lo abres, lo hueles, lo reconoces. Cuando comienzas las primeras palabras vuelves a leerlas porque no sabes qué te deparará en ese libro. No sabes hasta qué punto puede cambiarte.

Leer deja libre nuestro pensamiento porque puedes ser quien quieras sólo debes adentrarte en sus páginas. Oler el café que degusta el protagonista, mirar las escenas como si estuvieras dentro, correr, gritar, amar. Todo.

Con un libro cambiaré el mundo.