Difícil.

¿Por qué se robaron nuestro mes de abril?

Y ya lo sabías porque no es lo mismo llegar que irse. No. No es lo mismo. Porque es difícil dejarte ir sin más, aunque siempre terminabas diciéndome que ya fue suficiente, que ya era necesario.

Pero aquí nos quedamos los demás, viendo cómo te vas y sí, sigue siendo difícil.

Difícil aceptar que físicamente no haya un abrazo más, un nuevo reencuentro con tu sonrisa, tu compañía, ¡Joder, qué habilidad tenías para repartir trocitos de tu alma a todos los de tu alrededor!

Difícil, sobre todo cuando tu cuerpo ya no pudo seguir las cientos de posibilidades que necesitaba tu bonita alma para seguir siendo, para seguir estando. !Se te quedó pequeño el mundo!

Difícil normalizar el vacío que provoca ese hueco enorme en el pecho que no quiere llenarse con nada. Inacabable, Insaciable. Injusto.

!Ay, recuerdos!, que duelen como cerrojos que se atrancan de golpe sin dejarte salir de aquí.

Pero, ¿y ahora qué?

Porque me levanto y pienso que vas a ser, como siempre, el primero en comentar mis fotos de los estados. Pero ya no. Ya no.

Realidad que viene pegando duro. Realidad que inunda todo a su paso. Realidad.

Duele porque quise aplazar la despedida y te adelantaste, como siempre, aventurero como eras, explorador de la vida y, ahora del universo que tienes a tus pies.

Indestructible 4.0 era tu lema, así eres. Indestructible, Indescriptible. Porque no me despedí, cierto, pero voy a seguir sin hacerlo, en acto de pura rebeldía, para que sigas estando cerca.

Porque te echo de menos, ahora y siempre.

Me quedo aquí, contando las chelas que me tomé, ¿y tú? Tú quédate, mejor, con el mundo entero.

Con el mundo entero.