Alicia en el país sin Wifi.
Desde mis más tiernos quince años recuerdo cómo Internet ha formado parte de mi existencia. Al principio, con conexiones fugaces y problemáticas entre idas y venidas de la musiquita que nos abría el paso a los nuevos mundos. Más tarde, con la precisión y rapidez que nos dejan los nuevos routers con Wifi incorporado.
Y es que es cierto. Internet nos hace la vida más fácil. Nos hace realidad todo lo que logramos imaginar.
Hacer la compra, reservar un hotel, adquirir entradas para un concierto, conversar con amigos, quedar con alguien, leer, trabajar, contrastar la última información recibida, gestionar matrículas, estudiar… Todas estas acciones que realizamos mediante conexiones a Internet, se tornarían en arduas tareas al realizarlas sin conexión.
Recuerdo esas colas interminables para llegar a una ventanilla e intentar matricularte en la Facultad de Filología en donde siempre faltaban impresos por rellenar, fotografías que nombrar o créditos que pagar. Tardábamos una mañana entera (o dos) en realizar una misma gestión. Ahora, con un par de clics en la pantalla, estaremos matriculados en la carrera deseada, comprando el último libro de ese autor que nos apasiona y reservando la suite del hotel más lujoso de la ciudad. Y sólo habiendo gastado unos minutos de tu tiempo. Porque es así. Internet nos ha regalado tiempo.
Tiempo para nosotros y nuestras familias, tiempo para invertirlo en descanso. Tiempo que ahora sí podemos recuperar. Pero, la parte más oscura es que no todo el mundo gana. Porque ese tiempo que se empeñan en regalarnos, nosotros mismos lo volvemos a invertir en esas conexiones superficiales.
Y jugamos al primer videojuego de moda y volvemos a comprar compulsivamente en la tienda más barata de la red. Nos perdemos los mejores momentos de nuestra vida por esa pantalla resplandeciente entre las manos, ese sonido de notificación que nos saca del beso más apasionado, de la lectura de nuestro mejor libro, de los primeros pasos de nuestro bebé. Porque Internet nos cambia la vida a mejor y a peor, según se mire.
Nina Minina en su novela Alicia en el país sin Wifi, nos narra, de una manea cómica y, a veces, arrabalera, la vida de Alicia Garrido cuando, sin saber cómo ni por qué, se ve inmiscuida en una trama que sucede en un pueblo perdido de La Mancha en el que, por más que busque, no habrá conexión a Internet.
Novela con toques de humor, altas dosis de amor y sexo desmedido apta para un buen rato de desconexión con la realidad y disfrutar, de una forma sana, de una lectura realmente fácil y sin complicaciones. ¿Serás capaz de pasar las siguientes horas sin red?