Siete libros para Eva.
Tenemos la certeza de que nuestra vida es, aparentemente, normal. Una rutina diaria, sin complejos atajos ni quebraderos de cabeza. Eso es lo que nos hace adaptarnos a nuestro tiempo, a nuestra familia, amigos, trabajo.
Buscamos normalidad. Serenidad.
A veces no valoramos en demasía nuestra rutina por estar dentro de una línea, por no tener ningún aliciente o sorpresa intrínseca en ella. Por no salirnos de la norma. Y deseamos que pase algo distinto, algo que marque para siempre ese momento en concreto, esa existencia que consideramos, en ocasiones, tediosa.
¿Y si ese momento llegara? De repente alguien nos arrebata esa rutina perfecta que ya tenemos tan arraigada y nos priva de todo lo que hoy conocemos dejándonos solas con nosotras mismas, albergando la posibilidad (aunque remota) de rozar la locura por no saber si quiera qué es lo que está sucediendo.
Y en esos momentos sólo podemos pensar en nuestros seres queridos: madre, padre, hijos, parejas… ¿Qué será de su rutinaria vida? ¿La habrán modificado por la desaparición de la nuestra o, por el contrario, no cambiarán ni un ápice las costumbres ya establecidas en sus horarios aprendidos?
Roberto Martínez en Siete libros para Eva nos muestra que, tras la desaparición de una chica de un pueblo pequeño como Cea, cada persona se muestra tal y como es y, es en esos momentos tan críticos donde se pone de manifiesto la propia personalidad. ¿Seríamos capaces de mostrarnos ajenos al dolor o, hay algo que cambia en nuestro interior?
Cuando ocurre una situación tan crítica cambiamos tanto por dentro que, cuando nos encontramos a nosotros mismos tenemos miedo de ver la verdad. ¿No crees?