¿Qué sería del mundo si no pudiéramos recordar? ¿Qué sería de nuestra familia, hijos, amigos?, ¿podríamos reconocerlos?
Y es que los recuerdos van trazando una línea imaginaria en nuestra vida que va moldeando nuestra existencia y la de los que nos rodean.
Pero los recuerdos están en el pasado. Ese pasado que ya no está presente, ese pasado que nos acompaña y que, a veces queremos que desaparezca y otras que nos acompañe hasta los últimos días.
Pero el pasado no nos define. El pasado son todos esos momentos que se guardan como experiencias, todas esas marcas que tenemos en el cuerpo que, aunque invisibles (algunas no tanto) nos hacen aprender para perfeccionar nuestra existencia y marcar un punto y aparte. Y seguir acumulando más y más.
Para vivir. Para seguir adelante, contigo.
En La tercera chica, Adrian Dresner nos hace cómplice de dos historias paralelas entrelazadas por detalles sutiles en donde las protagonistas tendrán que hacer todo lo posible para acceder a sus recuerdos y, así, salvar su vida, cada una a su manera.
Un thriller expectante donde notarás los miedos, las angustias de los personajes como tuyas propias. Y querrás ayudarlas, querrás recordar por ellas, pero no siempre será como lo pintan. ¿O si?
Cuando recuerdas ya no vives el presente, recuerda para cambiar lo que no quieras volver a repetir.