¿Cuánto cuesta la vida? ¿Qué valor damos a las cosas materiales?
Recuerdo una de las historias que nos contaba mi abuela Carmen a mí, a mis hermanos y mis primas, cuando, por desgracia, no había podido ir al colegio como sus hermanos porque en la casa había que ayudar y siendo tantos hermanos, ellas, las mujeres, debían ser las que aprendieran el oficio que antes era sólo de mujeres.
Y la guerra, cuando comenzaba la Guerra Civil, ella no tenía conciencia política pero sí que sabía que las guerras muestran el miedo, la angustia y la necesidad, y la peor cara de las personas. Y el ir corriendo a casa al ver a varios soldados uniformados por la calle, y tener que comer algarrobos porque ya no había nada, y el miedo, y de nuevo la angustia. Pero siguió adelante, y trabajó, y cantaba y vivió con todo lo vivido a su espalda siendo la madre, la abuela.
Y mi abuelo Agapito, galleguiño, ya no quería hablar de cuando navegaba, de cuando era el jefe de máquinas, de cuando naufragó el Baleares y tuvo que salvarse respetando a la muerte, de la guerra, de las medallas, de su traje, de su vida anterior a ser nuestro abuelo. Porque nosotros lo conocimos como ese abuelo entrañable y tranquilo y no como lo recuerda mi padre y mi tío. Pero siguió adelante como padre, como abuelo.
Porque la vida duele. Porque conseguir lo que uno ansía en la vida es costoso. Porque ahora también hay necesidades y no las vemos porque estamos envueltos en la pura sociedad del consumismo. Porque los logros sin dinero no son logros. Porque lo anterior ya nadie lo recuerda. Porque si no lo recordamos puede volver a pasar.
Porque es duro estudiar una licenciatura, haber cursado dos másters y que te denieguen un trabajo por tu condición política o por tu condición sexual. Porque es duro que aunque te mates a trabajar no consigas un sueldo mínimo para llevar una casa con dos hijos. Porque no debe ser normal que se alabe más al vago que al trabajador. Porque vale más la corrupción que la coherencia. Porque este mundo se nos va de las manos.
Porque ya se nos ha ido de las manos y seguimos sin darnos cuenta.
Y nosotros lo dejamos pasar porque primero está nuestra vida. Mientras que le pase al otro, yo estoy a salvo. ¡Pobre de él!, pero yo estoy bien. Y cuando te pase, ¿Quién luchará por ti?
Almudena Grandes en Los besos en el pan nos muestra con historias reales a personajes entrelazados preguntándonos en cada una de ellas cuánto cuesta levantarse cada día, cuánto vale la condición moral y ética cuando vamos a una. Nos muestra lo que de verdad vale la vida, la de nuestros padres, la de nuestros abuelos, la nuestra. Que la unión hace la fuerza. Que tú y yo juntas, somos invencibles.
Que si tú luchas, yo estaré a tu lado y mi hija y mi hijo aprenderán lo mismo porque eso es lo que vale la vida. Esos pequeños logros que hacen una marca en la historia. ¿Quieres escribirla conmigo?